Macarena Catalán: “Quiero que más personas como yo tengan la oportunidad de estudiar en la Católica”

La ingeniera civil industrial de 27 años llegó a la UC con la ayuda de la Beca Padre Hurtado, tras una enseñanza media marcada por el esfuerzo para asegurarse una educación de calidad. Hoy sigue vinculada a nuestra institución como donante del Endowment UC.

La llamada telefónica más importante en la vida de la ingeniera civil industrial Macarena Catalán sucedió en 2012, cuando una funcionaria de la Universidad Católica, al ver sus resultados en la PSU, la instó a postular a la Beca Padre Hurtado. Esos minutos fueron, al mismo tiempo, la culminación de un tremendo esfuerzo por asegurarse una educación de calidad, y también el comienzo de una vida universitaria activa en experiencias y proyectos que la llevó a ser nombrada Joven Líder UC 2017. Hoy, Macarena sigue conectada a su alma mater a través del Proyecto Endowment UC, del que es donante para becas: “Lo que me motiva es que todo lo que yo viví en la universidad fue tan bacán que me da lata que haya gente que tiene la oportunidad, pero no la conoce. Que yo haya recibido una beca es la consecuencia de que alguien aportó para eso, entonces no quiero que esa oportunidad deje de existir, quiero que crezca, y mientras yo pueda, voy a colaborar”.

Macarena nació en Paredones cuando su mamá tenía solo 19 años. Pronto su madre decidió dejar la Región de O’Higgins para darle un mejor futuro a su única hija, y fue así como llegó a Santiago para desempeñarse como trabajadora de casa particular puertas adentro. Después de pasar por distintos empleos, cuando Macarena tenía 9 años arribaron al hogar de una familia con tres hijos en Las Condes, y fue en ese espacio donde la ingeniera creció, hasta que se independizó hace un año y medio. Titulada en 2018, la exalumna hoy trabaja como líder de proyectos del área Supermercados on Demand de Wallmart.

El camino para convertirse en profesional empezó tempranamente: ya en I° medio, en unas Olimpiadas de Química, notó vacíos en su formación. Por eso, y gracias a un regalo, se matriculó en III° medio en un preuniversitario, a fin de ir cerrando brechas. Ese año, además, tomó una decisión difícil: en mayo dejó su colegio de toda la vida, insatisfecha con la formación que estaba recibiendo. De ahí estuvo dos meses en otro en el que sufrió bullying por, básicamente, ser matea. Finalmente, aterrizó en un tercero, San Francisco del Alba, establecimiento municipal del que se graduó.

Macarena fue parte del equipo organizador de TEDX en la UC

Macarena tenía claro que necesitaba de ayuda económica para estudiar, y como nunca tuvo apoyo estatal -por vivir en Las Condes, recibían demasiado puntaje en la Ficha de Protección Social- sabía que solo un buen rendimiento le podría garantizar algún beneficio. En eso estaba cuando descubrió la Beca Padre Hurtado de la UC, que cubría el 100% del arancel por toda la carrera, y que se financiaba en parte gracias a donaciones. Sin embargo, no pudo completar el formulario de postulación por no tener información de su papá, con quien, hasta ese momento, no había mantenido ningún contacto. Pero las circunstancias quisieron que una funcionaria de la Universidad Católica decidiera darle un vistazo a los formularios incompletos. Cuando vio que Macarena había ponderado 760 puntos, la llamó por teléfono 7 horas antes de la entrega oficial de los resultados. “Mi mamá me decía ‘Maca, puede ser una broma’”, recuerda la ingeniera. “Le comenté el factor, que no tenía los datos paternos y que nadie me respondió los correos, y se la jugó muchísimo, me dijo: ‘Tú tienes que postular, así que mañana mismo necesito que vengas a Casa Central y me traigas tus papeles’”.

Ese día cambió todo.

 

Liderando desde primer año

Nuevamente, una mezcla de azar y trabajo duro jugó a favor de Macarena. Porque un día de primer año, en un almuerzo, conoció a Ricardo Vilches, subdirector de asuntos estudiantiles de la Dirección de Pregrado de la Facultad de Ingeniería, Dipre. Un comensal comentó que ella, que a apenas ingresó se unió al equipo de Embajadores de Ingeniería, era buena con las redes sociales, que era justo lo que andaban buscando. A partir de ese día comenzó una relación multifacética con la UC, que, en su arista laboral, le permitió liberar a su mamá de los costos de la vida, y que, en otros aspectos, le dio pie para desarrollar su liderazgo y hacer por otros lo que ella sintió que le faltó como escolar: que le explicaran acerca de la Universidad Católica, sus programas y, sobre todo, que entrar era posibleComo embajadora de la carrera, recorría colegios, algunos en condición de vulnerabilidad, para informar a los estudiantes sobre la institución.  “Me encantaba quedarme con los alumnos mateos después de la reunión grupal y decirles qué quieren estudiar, si han pensado en la UC, y siempre me encontraba con el mismo caso, de que la Católica es imposible. Mi motivación siempre fue ‘en verdad quiero que más gente como yo pueda entrar en la Católica y se saque este prejuicio de que es imposible estudiar acá’”, asegura.

Una cosa llevó a la otra. Porque esta expertise que fue adquiriendo en temas académicos la impulsó a transformarse en jefa de docencia del Centro de Alumnos de Ingeniería, CAI. No solo le tocó cumplir funciones como defender a los alumnos que estaban en causal de eliminación, sino que se involucró fuertemente en “TEDX en la UC”, inédito evento organizado por el CAI gracias al cual tomó contacto con el Centro de Innovación, con los que se relacionó posteriormente en tres instancias: como coordinadora del Festival Internacional de Iniciativas de Innovación Social, FIIS; practicante y luego pasante. Además, trabajó junto al profesor Julio Pertuzé, hoy subsecretario de Economía, en una de sus investigaciones, y se desempeñó como analista del Departamento de Ingeniería en Transportes y Logística. Y eso que todavía no egresaba.

“Me gustó que el endowment es para aportar a la Universidad Católica. Soy totalmente PUC lover. No creo que la experiencia que tuve en la Católica la haya podido tener en otra parte”, dice hoy, ya inserta en el mundo laboral, pero con el corazón siempre en su alma mater. “Quiero que más personas como yo, ya sea que sean estrellas y terminen en la Nasa, o trabajando en retail, como en mi caso, puedan tener la oportunidad de estudiar en la Católica”, diceEn ese sentido, reflexiona que ser profesional ha impactado en su entorno, en cosas tan esenciales como la salud, especialmente con su mamá. “Si yo no fuese ingeniera, sería mucho más difícil darle acceso a un mejor sistema de salud. O sea, si el consultorio no te da hora luego, vamos a otro lado, es factible; ya no me da miedo de que me vaya a enfermar”, afirma.

Por eso, Macarena invita a todos a sumarse al Endowment UC.

 


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